En pleno siglo XXI, la obesidad infantil sigue creciendo a nivel internacional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2010 había 42 millones de menores con sobrepeso, registrándose la mayor parte de los casos en las zonas urbanas de los países en vías de desarrollo. Y en España la tasa de la obesidad infantil se sitúa por encima del 15%, lo que supone la mayor prevalencia entre los países de la UE.

¿Qué es la obesidad infantil?

Nos referimos a obesidad infantil cuando existe un exceso de grasa corporal de los niños. Este nivel de adiposidad supone todo un condicionante para la salud general y su bienestar, haciéndole propenso a sufrir otras patologías secundarias y asociadas.

¿Cuáles son las causas de la obesidad infantil?

La causa fundamental de la obesidad infantil es el desequilibrio entre la ingesta calórica y su gasto. El aumento mundial de la obesidad infantil se atribute a un cambio dietético en el que prima la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.

También hay que tener en cuenta en el aumento de la obesidad infantil la tendencia a disminuir la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades de ocio, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.

¿Cuándo un niño es obeso?

Diferenciar el sobrepeso de la obesidad no es fácil, teniendo en cuenta además que existen distintos tipos de obesidad. Para diagnosticar la obesidad infantil se deben tener en cuenta factores como la edad y el sexo del niño. La clasificación de la obesidad infantil se realiza en función de los percentiles de peso y talla. Así, cuando el peso de un niño, para su edad, sexo y talla, está en el percentil 97, podemos hablar de obesidad, mientras que si está entre el 85 y el 97, tiene sobrepeso. En cualquier caso, para salir de dudas, lo mejor es consultar al pediatra, quien, a través del chequeo necesario, podrá ofrecerte un diagnóstico definitivo.

¿Qué riesgos tiene la obesidad infantil?

Tal y como advierte la OMS, una dieta malsana es un factor de riesgo clave para la obesidad infantil que puede modificarse. Si no se combate, la mala alimentación, junto con otros factores de riesgo, aumenta la prevalencia entre las Enfermedades No Transmisibles (ENT) por mecanismos tales como un aumento de la presión arterial, una mayor glucemia, alteraciones del perfil de lípidos sanguíneos, y sobrepeso u obesidad. Aunque las complicaciones graves de la salud se dan principalmente en la edad adulta, los riesgos asociados a las dietas malsanas comienzan en la niñez y se acumulan a lo largo de la vida.

En consecuencia, ¿padres obesos, niños obesos?

En el caso de la obesidad, los padres deben ser muy conscientes de que sus propios hábitos alimentarios y de vida muchas veces se trasladan a los de sus hijos. Aunque no esté demostrado que la genética sea un factor decisivo, la mayoría de estudios científicos apuntan que entre un 50% (si uno de los dos progenitores es obeso) y un 80% (si ambos lo son) de los niños tienen probabilidades de desarrollar obesidad.

De ahí que sea tan importante que los padres se cuiden por el bien de sus hijos y, si sus hábitos alimentarios no son los correctos y padecen sobrepeso u obesidad, es recomendable consultar al nutricionista para seguir una dieta adecuada y equilibrada.

¿Cuál es el tratamiento y la prevención de la obesidad infantil?

La infancia es la etapa en que se desarrollan los hábitos alimenticios y las conductas saludables. Las costumbres que adquiere el niño en esta etapa de la vida serán determinantes en su estado de salud cuando sea mayor.

Es por esta razón que la mejor manera de tratar la obesidad infantil consiste en prevenirla. La prevención es la opción más viable ya que garantiza un equilibro calórico que puede mantenerse a lo largo de toda la vida.

Para ello, la OMS establece unas recomendaciones generales:

  • Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
  • Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas.
  • Reducir la ingesta de azúcares.
  • Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una mayor actividad física.


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